20.000 especies de abejas es una tarea imprescindible para acercarnos a la realidad de las personas menores de edad en situación de transexualidad. Una maravillosa elaboración para aprender a leer el mensaje oculto que puede tener un hijo nuestro, sin duda. (Edurne Koch)

La película aborda de forma magistral el cambio de mirada del entorno del niño afectado por el dolor. Y a mí me viene a la cabeza, una y otra vez, la siguiente pregunta: ¿se puede evitar ese dolor?


El mensaje que traía nuestra pequeña de casa hace ocho años nos pilló en la instantánea, porque también en la nuestra tuvimos dificultades para reconocer que era una chica con pene. En aquella época el tema no estaba socializado, no teníamos recursos suficientes para mostrar a todos los niños y niñas que en las escuelas también existe esta realidad; nunca se hicieron campañas de sensibilización; los grupos de música no abrían el tema a los cuatro vientos; no había protocolos escolares para protegerlos, menos leyes que garantizaran sus derechos. Hija, cada mañana se despertaba sin poder hacer frente a una identidad impuesta por esta sociedad, lo que le llevaba a vivir el día con mucha frustración. En aquel momento no teníamos capacidad de verlo hasta que él nos introdujo en el proceso de deconstrucción de los modelos normativos.


Todos estos años han contribuido a socializar la existencia de chicas con pene y chicos con pecho, pero ¿hemos pasado de escuchar a aceptar, asimilar y normalizar?

Lamentablemente, no. Seguimos siendo una sociedad transfoba, con escaso conocimiento sobre la realidad de las identidades y el entorno escolar es reflejo de ello, porque cada día se dan situaciones incómodas y violentas que no son evidentes para los demás.


El día a día de una persona en situación de transexualidad no es fácil: todavía hoy nuestra hija vive en alerta, en el estrés cotidiano, encarnando los trastornos que generan las miradas de los demás, ocultando lo que tiene entre las piernas por miedo a que los demás se den cuenta; ser blanco de las miradas no es tierno, cuestionar la personalidad es doloroso y a ratos sufren agresiones verbales, incluso físicas.


El malogrado debate generado en el último año a cuenta de la Ley Trans del Estado español ha perjudicado a nuestro colectivo. Los discursos basados en mentiras han trastocado a la sociedad, han puesto en duda la credibilidad de nuestros niños y niñas y, en consecuencia, han aumentado considerablemente los ataques a estos chavales.


Tenemos que empezar a pensar en serio en qué podemos hacer y influir como personas y ponernos manos a la obra porque esos niños, niñas y jóvenes, tienen derecho a vivir tranquilos, seguros y libres. La implicación de todos es más necesaria que nunca si queremos conseguir un cambio real de mirada en la sociedad.


Así que tú, ¿qué estás dispuesto a hacer?